Empaladas, por María Laura Razzari

Más de 500 mujeres morimos por año en femicidios mientras más de 90 mil mujeres nos venimos congregando crecientemente hace 31 años, en el Encuentro Nacional de Mujeres que busca sin cesar eso – el encuentro – para superar el desencuentro que minuciosa, incansable, permanente, inteligente y perversamente procura entre nosotras desde hace 12 mil años el Patriarcado.

Dice Rita Segato “(…) que cuando se agrede a una mujer por medios sexuales, en un imaginario arcaico, por interpuesta persona, se agrede a su padre y a sus hermanos, a toda su familia, a la parentela, a la comunidad y finalmente a la sociedad y al Estado que deberían tener la capacidad de protegerla. Una mujer tomada por asalto es la Nación tomada por asalto. Por lo tanto, es iniciativa nuestra salvar la Nación.”

Salvar la Nación es hoy comprender que el feminismo es una ideología, una postura ética y política que irrumpe en las lógicas distributivas de una sociedad injusta dónde las mujeres lideramos la pobreza, la enfermedad, la inaccesibilidad a la justicia y el sostenimiento mudo y ensombrecido de la economía mundial.

Salvar la Nación es denunciar que seguiremos siendo empaladas:

Mientras los sindicatos sigan siendo más hipócritas que las damas de la caridad, y se sienten – como dice Luciana Peker- a tomar el té mientras nosotras declaramos soberanía desde el territorio más codiciado de todos los tiempos: desde nuestros propios cuerpos.

Cada vez que reafirmemos que ni la tierra ni nuestros cuerpos son territorios de conquista.

En tanto la comunidad no comprenda, que al menos desde la Revolución Agrícola, construir una mujer a partir de una hembra no ha sido otra cosa que la de robotizar personas al servicio de un sistema productivo.

Cada vez que nos decidamos por el placer, el aprendizaje, la asociación libre, la exploración del mundo, o vivir la política, porque ninguna de esas cosas son tan rentables para nadie como para nosotras mismas.

Mientras que la revolución epistemológica del feminismo no se convierta en currícula obligatoria en las escuelas y ponga en crisis los sistemas de poder imperantes en ella que derraman la perpetuación de todas las dominaciones disfrazadas de ciencia y academia.

Mientras necesitemos de leyes que nos devuelvan a las mujeres la categoría de personas para que podamos habitar gobiernos y subvertir la toma de decisiones que tratan nuestros cuerpos como cosas.

Mientras en los clubes se suponga que alcanza con tener equipos femeninos de todos los deportes y no existan instancias mixtas, desprovistas de sexismo y teñidas de humanidad que nos permitan sentir que la diferencia puede vivirse sin miedo a perder la integridad o la vida.

Por las propias mujeres si dudamos de nosotras, si nos entra el chisme, el prejuicio, la competencia, la desconfianza, la sospecha y la disputa.

Y mucho más si lo hacen nuestras propias madres, nuestras amigas, o nuestras vecinas.

Cuando no podemos ver a otra mujer igual a nosotras en la amante de nuestra pareja o ex pareja.

Empaladas por las miserias, por el control de los varones que nos aproximan su evaluación mediante un piropo, por la desigualdad de oportunidades laborales, por la violencia obstétrica.

Empaladas por la ceguera que hace que todavía muchas no tengan tiempo de tomar la calle y que a las que si la tomamos nos ataquen con balas de goma por mostrar las tetas.

¿Por qué lo femenino y lo vital es susceptible de tanta violencia?

¿Acaso querrán arrebatarnos esta capacidad milenaria de unión y resistencia?

María Laura Razzari
#NiUnaMenos 19-10-16